Un paseo por la Vía de la Abundancia de la ciudad arrasada por el Vesubio.
Fuentes, termas, tabernas y casas con carteles electorales del siglo I
(César Antonio Molina en la sección El viajero del diario El País)
Lleva este nombre por la fuente pública colocada a su inicio, sobre la cual está esculpida en relieve la Concordia Augustea que soporta el cuerno de la abundancia. En los cruces de los caminos eran habituales las fuentes. Por esta zona la mayoría son de piedra de lava. Muy pocas como ésta de caliza tan blanca. Abro el grifo y me mojo las manos y el rostro, como tantos debieron hacer habitualmente. Hasta 43 fuentes públicas se conocen en Pompeya. El acueducto llevaba el agua a la ciudad y, ya en la época de Augusto, había agua corriente en las casas.
La Vía de la abundancia va desde el Foro hasta la puerta del Sarno. Iba, porque ahora en su parte final está cortada. Al inicio se encuentran las Termas Estabianas. Luego la Casa del citarista. Se debe este nombre a una estatua de Apolo en bronce portando una cítara. Es muy grande y llaman la atención las pintadas electorales (que hay en casi todas las fachadas de las casas) promovidas por la familia Popidii probablemente propietaria de la misma. La Casa del Citarista es ahora un gran depósito de todas las ánforas de la ciudad.
Siguiendo el curso de la vía pasamos por la lavandería-tintorería de Stephanus; el thermopolium (un bar), donde en un hueco del mostrador se encontraron cientos de monedas; y la fonda de Asellina asediada de publicidades electorales. La tabernera y sus alegres camareras Zmyrina, Ismurna y Aegle recomendaban el voto para unos candidatos.
En los muros de las casas en las que se permitía esta promoción política, se blanqueaban primero de cal por losdealbator y luego, generalmente por la noche bajo las linternas de aceite, losscriptores pintaban los nombres y las recomendaciones. Los Programmata, es decir, los carteles, no estaban firmados por los candidatos sino por sus electores.
Durante los días de las elecciones, el candidato se paseaba por la ciudad acompañado de un Nomenclator, un esclavo que susurraba al patrón el nombre de las personas con quienes se iba encontrando y que se acercaban a saludarlo. Difícil oficio el de este esclavo, conocer a todas las familias y personas de la ciudad. Durante el año debía de estar liberado para aprender los nombres y los oficios de cada uno de estos posibles votantes. Los hombres, no las mujeres, con derecho a voto, escribían el nombre del favorito en una tablilla encerada que introducían en una urna. Hasta dos mil quinientos carteles electorales hay en Pompeya, varios suscritos por mujeres.
Calle abajo pasamos por la Casa del efebo, también el nombre debido a una estatua de bronce, y la panadería de Sotericus. Tenía un horno, depósito para el grano, un dormitorio para los trabajadores y cuatro muelas accionadas por burros. En Pompeya se han localizado más de treinta panaderías y doscientos restaurantes.
El famoso retrato de un joven matrimonio, ella de cejas pobladas sosteniendo el stilum con una mano y, con la otra, una tablilla encerada; él togado, de rasgos poco delicados, con barba mal cuidada y cabellos rizados, sosteniendo en su mano derecha un rollo de papiro; no son los de dos aristócratas –así como pretendían pasar- sino los rostros del panadero y su joven esposa. Ya por aquellas fechas el saber leer y escribir era un signo de distinción. ¿Lo sabrían hacer ellos? Sea como fuere sus rostros me embelesan cada vez que los observo en el Museo arqueológico de Nápoles.
En el Taller del Garum se confeccionaba esta salsa famosa y fundamental en todas las comidas romanas, hecha a base de pescado. En esta calle también se encuentran otras casas. El complejo de los ritos mágicos, la Casa de Octavio Quartio repleta de anuncios electorales, la Casa de Venus y la acomodada Casa de Julia Felice que alquilaba habitaciones, baños y disponía también de una parte para tiendas. En los anuncios que hacía exigía fianza y responsabilidad, pues aquel lugar no era una casa cualquiera. En esta calle había otras muchas casas. En Pompeya se tienen localizadas unas ochocientas casas, la mayor parte de ellas aún sin excavar. Por ejemplo en la Vía de la Abundancia había una consulta ginecológica.
Otras casas que visitamos en la Vía de la Abundancia, cerradas al público, son la Casa de Julio Polibio, la Casa de los castos amantes y la Casa del larario de Aquiles. La casa de Julio Polibio está al lado de la Casa de los castos amantes. Polibio era un edil y candidato a duunviro, es decir, magistrado de la administración pública y juez supremo de la ciudad. Se elegían a razón de dos por año. Luego pasaban a formar parte del Senado de la ciudad. Cuando se produjo la erupción la casa se encontraba en obras, por eso hay ánforas llenas de cal y objetos de unas estancias acumulados en otras. Tiene una curiosa puerta pintada, un trampantojo, para camuflar una puerta tapiada.
Pero la sorpresa con la que nos encontramos no es su vestíbulo pequeño, el atrio que conectaba con las diferentes estancias, el peristilo o el triclinium(el comedor donde los comensales se recostaban sobre los sillones-cama dispuestos a tal efecto) con las magníficas pinturas sobre las paredes que cuentan la historia de Dirce, sino una gran pantalla de TV, unos potentes altavoces y copias en madera del mobiliario de la casa así como de la cocina. Un comisario nombrado por Berlusconi llegó a Pompeya para revolucionar su gestión y, entre las varias ideas peregrinas que tuvo, fue la de reconstruir la vida de esta casa a través de los medios audiovisuales, personajes vestidos de época y el mobiliario que tuvo que ser encargado a ebanistas. Se gastó todo el presupuesto en este asunto desatendiendo las excavaciones y el mantenimiento de la ciudad. Por otra parte, el resultado fue nulo pues los visitantes no aumentaron y la casa de Julio Polibio, que está cerrada, sufrió también un gran deterioro.
Ahora contemplamos las ruinas antiguas con las modernas. Las pinturas al lado de la cocina representan a un larario (una pequeña capilla donde están las divinidades protectoras de la casa y de la familia). Es muy llamativa la alargada serpiente que aparece en la parte inferior, La agathodaemon, protectora del hogar y de la fertilidad.
La cocina estaba junto a las habitaciones de la servidumbre en un pequeño patio. Se reconstruyeron todos los elementos de la cubertería, chimenea, ollas, trípodes, etc. que también ahora están abandonados. Sólo montar la instalación eléctrica para dar luz y sonido a este lugar costó mucho dinero. El silencio, esencial en este tipo de paseos entre ruinas, quedaba roto por la música que ni siquiera era de la época sino muchas veces obtenida de las bandas sonoras de películas de romanos.
Cuando llegamos al final del peristilo, donde crecían árboles frutales, nos encontramos con una amplia habitación que era el triclinium y otras más pequeñas destinadas al reposo. En la habitación central hay pinturas de tema mitológico en las que intervienen Apolo, Dafne, Hermafrodito y Eros. En el triclinium los sillones y camas reproducidos tienen encima de ellos, todavía, los colchones blancos cubiertos ahora de polvo. Hay además otras dos grandes mesas (también reproducciones) donde se apoyaban los manjares. Todos estos artilugios inútiles y carentes del más mínimo valor ocupan un espacio que le roban a lo verdaderamente importante de esta estancia, las pinturas que hacen referencia a la historia de Dirce.
En el triclinium, que no se había acabado de decorar, se encontraron amontonados, la casa estaba en obras, muchos objetos de bronce de gran valor, vajilla, una crátera, una estatua de Apolo. Al salir se cierra la casa con llave y nos asomamos a la vecina Casa de los castos amantes, denominada así por la pintura allí descubierta. Una pareja besándose castamente. Esta casa está llena de andamios pues se están llevando a cabo importantes excavaciones. Cuando se produjo la erupción, en una de las habitaciones se estaba procediendo a su decoración por lo que en ella aparecieron todos los útiles pictóricos con los que se estaba trabajando. Los arqueólogos nos dicen que era una casa importante y están convencidos de que aún aparecerán cosas interesantes.
Regresando por la Vía de la Abundancia hacia el foro nos paramos en la Casa del larario de Aquiles. Toma nombre del friso con figuras en parte en relieve y en parte pintadas sobre fondo azul que ilustran los últimos episodios de la guerra de Troya. En la primera escena Príamo, Hécuba la reina y esposa de Príamo, y Astianacte, el nieto de ambos e hijo de Héctor y Andrómaca, llaman a Héctor desde lo alto de la puerta de la ciudad sitiada. En la segunda escena las diosas Hera y Afrodita presencian el duelo entre Aquiles y Héctor. El cadáver de este último es arrastrado por el caballo de Aquiles. En la tercera escena un esclavo troyano lleva a Aquiles un vaso como símbolo del rescate para ser recuperado el cuerpo del héroe. En la cuarta y última escena Héctor es transportado por Príamo sobre un carro. La Ilíada era grandiosa porque toda vida es un combate; la Odisea porque toda vida es un viaje; y el Libro de Job porque toda vida es un enigma. Ante estas pinturas inesperadas que me encuentro casualmente al entrar en esta casa, siento mi combate, mi viaje y mi enigma.
Fuente: César Antonio Molina en la sección El viajero del diario El País.
Lleva este nombre por la fuente pública colocada a su inicio, sobre la cual está esculpida en relieve la Concordia Augustea que soporta el cuerno de la abundancia. En los cruces de los caminos eran habituales las fuentes. Por esta zona la mayoría son de piedra de lava. Muy pocas como ésta de caliza tan blanca. Abro el grifo y me mojo las manos y el rostro, como tantos debieron hacer habitualmente. Hasta 43 fuentes públicas se conocen en Pompeya. El acueducto llevaba el agua a la ciudad y, ya en la época de Augusto, había agua corriente en las casas.
La Vía de la abundancia va desde el Foro hasta la puerta del Sarno. Iba, porque ahora en su parte final está cortada. Al inicio se encuentran las Termas Estabianas. Luego la Casa del citarista. Se debe este nombre a una estatua de Apolo en bronce portando una cítara. Es muy grande y llaman la atención las pintadas electorales (que hay en casi todas las fachadas de las casas) promovidas por la familia Popidii probablemente propietaria de la misma. La Casa del Citarista es ahora un gran depósito de todas las ánforas de la ciudad.
Siguiendo el curso de la vía pasamos por la lavandería-tintorería de Stephanus; el thermopolium (un bar), donde en un hueco del mostrador se encontraron cientos de monedas; y la fonda de Asellina asediada de publicidades electorales. La tabernera y sus alegres camareras Zmyrina, Ismurna y Aegle recomendaban el voto para unos candidatos.
En los muros de las casas en las que se permitía esta promoción política, se blanqueaban primero de cal por losdealbator y luego, generalmente por la noche bajo las linternas de aceite, losscriptores pintaban los nombres y las recomendaciones. Los Programmata, es decir, los carteles, no estaban firmados por los candidatos sino por sus electores.
Durante los días de las elecciones, el candidato se paseaba por la ciudad acompañado de un Nomenclator, un esclavo que susurraba al patrón el nombre de las personas con quienes se iba encontrando y que se acercaban a saludarlo. Difícil oficio el de este esclavo, conocer a todas las familias y personas de la ciudad. Durante el año debía de estar liberado para aprender los nombres y los oficios de cada uno de estos posibles votantes. Los hombres, no las mujeres, con derecho a voto, escribían el nombre del favorito en una tablilla encerada que introducían en una urna. Hasta dos mil quinientos carteles electorales hay en Pompeya, varios suscritos por mujeres.
Calle abajo pasamos por la Casa del efebo, también el nombre debido a una estatua de bronce, y la panadería de Sotericus. Tenía un horno, depósito para el grano, un dormitorio para los trabajadores y cuatro muelas accionadas por burros. En Pompeya se han localizado más de treinta panaderías y doscientos restaurantes.
El famoso retrato de un joven matrimonio, ella de cejas pobladas sosteniendo el stilum con una mano y, con la otra, una tablilla encerada; él togado, de rasgos poco delicados, con barba mal cuidada y cabellos rizados, sosteniendo en su mano derecha un rollo de papiro; no son los de dos aristócratas –así como pretendían pasar- sino los rostros del panadero y su joven esposa. Ya por aquellas fechas el saber leer y escribir era un signo de distinción. ¿Lo sabrían hacer ellos? Sea como fuere sus rostros me embelesan cada vez que los observo en el Museo arqueológico de Nápoles.
En el Taller del Garum se confeccionaba esta salsa famosa y fundamental en todas las comidas romanas, hecha a base de pescado. En esta calle también se encuentran otras casas. El complejo de los ritos mágicos, la Casa de Octavio Quartio repleta de anuncios electorales, la Casa de Venus y la acomodada Casa de Julia Felice que alquilaba habitaciones, baños y disponía también de una parte para tiendas. En los anuncios que hacía exigía fianza y responsabilidad, pues aquel lugar no era una casa cualquiera. En esta calle había otras muchas casas. En Pompeya se tienen localizadas unas ochocientas casas, la mayor parte de ellas aún sin excavar. Por ejemplo en la Vía de la Abundancia había una consulta ginecológica.
Otras casas que visitamos en la Vía de la Abundancia, cerradas al público, son la Casa de Julio Polibio, la Casa de los castos amantes y la Casa del larario de Aquiles. La casa de Julio Polibio está al lado de la Casa de los castos amantes. Polibio era un edil y candidato a duunviro, es decir, magistrado de la administración pública y juez supremo de la ciudad. Se elegían a razón de dos por año. Luego pasaban a formar parte del Senado de la ciudad. Cuando se produjo la erupción la casa se encontraba en obras, por eso hay ánforas llenas de cal y objetos de unas estancias acumulados en otras. Tiene una curiosa puerta pintada, un trampantojo, para camuflar una puerta tapiada.
Pero la sorpresa con la que nos encontramos no es su vestíbulo pequeño, el atrio que conectaba con las diferentes estancias, el peristilo o el triclinium(el comedor donde los comensales se recostaban sobre los sillones-cama dispuestos a tal efecto) con las magníficas pinturas sobre las paredes que cuentan la historia de Dirce, sino una gran pantalla de TV, unos potentes altavoces y copias en madera del mobiliario de la casa así como de la cocina. Un comisario nombrado por Berlusconi llegó a Pompeya para revolucionar su gestión y, entre las varias ideas peregrinas que tuvo, fue la de reconstruir la vida de esta casa a través de los medios audiovisuales, personajes vestidos de época y el mobiliario que tuvo que ser encargado a ebanistas. Se gastó todo el presupuesto en este asunto desatendiendo las excavaciones y el mantenimiento de la ciudad. Por otra parte, el resultado fue nulo pues los visitantes no aumentaron y la casa de Julio Polibio, que está cerrada, sufrió también un gran deterioro.
Ahora contemplamos las ruinas antiguas con las modernas. Las pinturas al lado de la cocina representan a un larario (una pequeña capilla donde están las divinidades protectoras de la casa y de la familia). Es muy llamativa la alargada serpiente que aparece en la parte inferior, La agathodaemon, protectora del hogar y de la fertilidad.
La cocina estaba junto a las habitaciones de la servidumbre en un pequeño patio. Se reconstruyeron todos los elementos de la cubertería, chimenea, ollas, trípodes, etc. que también ahora están abandonados. Sólo montar la instalación eléctrica para dar luz y sonido a este lugar costó mucho dinero. El silencio, esencial en este tipo de paseos entre ruinas, quedaba roto por la música que ni siquiera era de la época sino muchas veces obtenida de las bandas sonoras de películas de romanos.
Cuando llegamos al final del peristilo, donde crecían árboles frutales, nos encontramos con una amplia habitación que era el triclinium y otras más pequeñas destinadas al reposo. En la habitación central hay pinturas de tema mitológico en las que intervienen Apolo, Dafne, Hermafrodito y Eros. En el triclinium los sillones y camas reproducidos tienen encima de ellos, todavía, los colchones blancos cubiertos ahora de polvo. Hay además otras dos grandes mesas (también reproducciones) donde se apoyaban los manjares. Todos estos artilugios inútiles y carentes del más mínimo valor ocupan un espacio que le roban a lo verdaderamente importante de esta estancia, las pinturas que hacen referencia a la historia de Dirce.
En el triclinium, que no se había acabado de decorar, se encontraron amontonados, la casa estaba en obras, muchos objetos de bronce de gran valor, vajilla, una crátera, una estatua de Apolo. Al salir se cierra la casa con llave y nos asomamos a la vecina Casa de los castos amantes, denominada así por la pintura allí descubierta. Una pareja besándose castamente. Esta casa está llena de andamios pues se están llevando a cabo importantes excavaciones. Cuando se produjo la erupción, en una de las habitaciones se estaba procediendo a su decoración por lo que en ella aparecieron todos los útiles pictóricos con los que se estaba trabajando. Los arqueólogos nos dicen que era una casa importante y están convencidos de que aún aparecerán cosas interesantes.
Regresando por la Vía de la Abundancia hacia el foro nos paramos en la Casa del larario de Aquiles. Toma nombre del friso con figuras en parte en relieve y en parte pintadas sobre fondo azul que ilustran los últimos episodios de la guerra de Troya. En la primera escena Príamo, Hécuba la reina y esposa de Príamo, y Astianacte, el nieto de ambos e hijo de Héctor y Andrómaca, llaman a Héctor desde lo alto de la puerta de la ciudad sitiada. En la segunda escena las diosas Hera y Afrodita presencian el duelo entre Aquiles y Héctor. El cadáver de este último es arrastrado por el caballo de Aquiles. En la tercera escena un esclavo troyano lleva a Aquiles un vaso como símbolo del rescate para ser recuperado el cuerpo del héroe. En la cuarta y última escena Héctor es transportado por Príamo sobre un carro. La Ilíada era grandiosa porque toda vida es un combate; la Odisea porque toda vida es un viaje; y el Libro de Job porque toda vida es un enigma. Ante estas pinturas inesperadas que me encuentro casualmente al entrar en esta casa, siento mi combate, mi viaje y mi enigma.
Fuente: César Antonio Molina en la sección El viajero del diario El País.
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