[+/-] | PERICLES DE ATENAS, de Laura Elizalde |
[+/-] | ETERNA POMPEYA: LA INFLUENCIA DE UNA CIUDAD ROMANA HISTÓRICA |
Un libro rescata la vida cotidiana de la villa que el Vesubio sepultó hace 19 siglos
Portada del libro |
A través de numerosos grafitos como este, amén de abundante documentación extraída de los textos clásicos, como el relato de Plinio el Joven, y de las excavaciones de la «ciudad momificada», como la bautizó Goethe, la profesora de Historia Antigua de la Universidad Carlos III de Madrid Mirella Romero rescata en Pompeya (La Esfera de los Libros) la vida cotidiana de los 20.000 habitantes del Imperio romano que poblaban la fértil tierra que rodeaba al volcán cuando este entró violenta y súbitamente en erupción.
Además de reconstruir cómo la furia del Vesubio preservó Pompeya intacta para la posteridad y de recorrer su influencia en la literatura, el cine o la pintura, la investigación de Romero abarca aspectos poco estudiados, como la relación con España. ¿Sabían que fue gracias al empeño –y dinero– de Carlos VII de Nápoles, futuro Carlos III de España, que la ciudad empezó a emerger de la ceniza y las rocas volcánicas? Fue en 1738 en la vecina Herculano, y 10 años después en Pompeya, cuando el rey, interesado en las antigüedades halladas en una finca que compró en la zona, empezó las excavaciones que todavía hoy continúan.
A la autora lo que más la atrae de Pompeya, como a millones de visitantes, es «el hecho de sentirse transportado en el tiempo, de pasear por una ciudad romana y entrar en las casas, ver la cotidianeidad en las marcas de las ruedas de los carros o el pan de las panaderías». «Los grafitos –añade Romero– descubren que los pompeyanos eran muy parecidos a nosotros». Tanto que, por ejemplo, las admiradoras de los gladiadores dejaron en las paredes muchos testimonios de que el tracio Celado era uno de los más deseados: «Suspiro de todas las mujeres» y «amo y señor de todas las muñequitas».
Las pinturas eróticas, con explícitas escenas de sexo, exhibidas sin pudor en los frescos de casas, termas o bares, «formaban parte de la cotidianeidad». Uno halla representaciones de falos «por doquier en las esquinas, en el suelo, en las pinturas, en las lámparas». En Pompeya, donde había más prostíbulos que panaderías, las pintadas callejeras no desentonarían en la sección de contactos de cualquier periódico de hoy: «Éutique, griega. 2 ases. De complacientes maneras», «Lais chupa por 2 ases». Sin pelos en la lengua, clientes de los 150 bares y posadas pompeyanas escribían en las paredes cosas como «Me he jodido a la tía de la taberna», «Pagarás por tus trampas, posadero. A nosotros nos vendes agua y el buen vino lo guardas para ti» o «Efebo, eres un zascandil».
Romero toma el pulso a una ciudad con unas 40 fuentes públicas, gimnasios al aire libre y más de 600 tiendas y talleres, que se enriquecía con el comercio de vino, cuyas tintorerías usaban la orina como limpiador por su contenido en amoniaco, o cuyo cirujano tenía un instrumental similar al actual. Las casas de los ricos tenían agua corriente, piscinas y baños privados, por los que pagaban un impuesto especial, y lujosas vajillas de plata, como la que se halló escondida en un corredor bajo el baño de la Casa de Menandro, como si la hubieran puesto a buen recaudo del pillaje antes de huir por la erupción para volver a rescatarla más tarde.
Pero las imágenes más impactantes, y morbosas, de Pompeya son los moldes exactos en yeso de las víctimas cubiertas por la ceniza, que al solidificarse conservó sus formas antes de que se descompusiera el cuerpo. «Algunos se encogen o se tumban boca abajo, aterrorizados, esperando el fin (...), otros han sufrido espasmos (...), un niño se tapa la cara. Las víctimas hablan por sí mismas». Y también las tazas, como una de plata hallada en una villa con esta inscripción: «Disfruta de la vida mientras la tengas, porque el mañana es incierto». Sobran los comentarios.
[+/-] | LAS MÉDULAS : MINA DE ORO DE LOS ROMANOS |
JESÚS TORBADO, Suplemento de viajes de El Mundo, Junio 2005, número 43
[+/-] | ROMA, LA PINTURA DE UN IMPERIO (El esplendor del Imperio Romano revive a través de la pintura) |
En la presentación de la exposición, cuyo título es «Roma. La pintura de un Imperio», los organizadores han pedido a los visitantes un esfuerzo de imaginación: que pensaran en un mundo en el que los cuadros de Rafael, Botticelli, Velázquez, Rembrandt o Goya se hubieran perdido, y sus nombres sólo se conocieran por las crónicas de la época.
Esa es exactamente lo que hoy ocurre con otro período de gloria del arte pictórico: el que va desde el período clásico griego, con artistas como Apeles y Polignoto de Tasos, hasta el Imperio romano, donde destacaron pintores como Studius (o Ludius) y Fabullus (o Famulus).
«Una gloria absolutamente incógnita», en palabras de Antonio Paolucci, director científico de exposiciones de las Escuderías del Quirinal, el museo romano en el que se exhibe.
La voluntad de «reconstruir» de alguna manera este legado perdido ha impulsado al arqueólogo italiano Eugenio La Rocca a traer a Roma cien obras provenientes de París, Londres, Moscú, Edimburgo, Fráncfort, Nápoles y Zúrich, y que se encuentran entre las más representativas y mejor conservadas de la pintura romana.
La Rocca aseguró que la intención de la muestra es «dar una idea a la gente» de lo que fue la gran pintura romana «a través de lo poco que queda de ella», y sobre todo de la pintura parietal, es decir, los frescos encontrados en el interior de casas y palacios romanos.
Se exhiben así obras claves de los cuatro estilos pompeyanos, desde las llamadas «Bodas Aldobrandinas», conservadas en los Museos Vaticanos, al «Hércules y Telefo» de la Basílica de Herculano, así como parte de la decoración de la Villa de la Farnesina, en Roma.
Pero los organizadores han querido dar una visión más amplia de la pintura en el Imperio Romano, fuera de los cuatro estilos.
El cénit de la gloria romana
Para ello han confrontado estas obras, que representan el cénit de la gloria de la Ciudad Eterna y de la península itálica, con piezas más tardías y provenientes de las provincias.
Así, se trata de la primera vez en que pueden verse juntos los retratos surgidos de los talleres de la metrópoli, como los que pueden encontrarse en Pompeya y Herculano, y los famosos retratos sobre tabla de El Fayum (Egipto).
En este sentido, La Rocca destacó la gran similitud entre ambos, a pesar de que los separen varios siglos y miles de kilómetros: «Los retratos se hacían como los romanos y los retratados querían aparecer como romanos».
Los retratos romanos buscaban una imagen «fisiológica», señaló el arqueólogo, en contraposición a los retratos «tipológicoS» de los griegos, quienes plasmaban cuadros de poetas, de filósofos, de políticos y demás, por lo que se encuentran grandes parecidos entre los miembros pertenecientes al mismo gremio.
Algo que contrasta también con las propias pinturas parietales, con las que se pretendía recrear, en el interior de las casas, paisajes «irreales, soñados, incluso a veces surrealistas» para el deleite de su propietario, cansado de los problemas de la política o el comercio.
«Figuras creadas a partir del aire que parecen fluctuar en el vacío», sujetos mitológicos y paisajes oníricos que recuerdan, según La Rocca, a grandes maestros muy posteriores.
Y en concreto, el experto citó a dos pintores españoles: Goya, por su uso del sueño y lo onírico, y Francisco de Zurbarán, por sus fondos negros. Agregó que estos artistas dan la impresión de haber tenido contacto con las pinturas romanas, «no se sabe cómo».
Precisamente el llamar la atención del público sobre esta continuidad de la pintura de la Antigüedad en el arte moderno es otro de los objetivos de la exposición, ya que, para Paolucci, se trata de «un universo perdido que atraviesa la cultura de Occidente como un río subterráneo que emerge de cuando en cuando».
[+/-] | ÍTACA, LA ISLA DE ULISES |
Cada rincón de esta pequeña y abrupta isla jónica, abrazada por un mar helénico albo y celeste, está impregnado por la leyenda del legendario héroe homérico
Hablar de Ítaca supone una advertencia previa que no debe en absoluto considerarse baladí: no es conveniente que nadie vaya allí si no ha leído La Odisea. Y no porque los itacenses obliguen a los viajeros a llevarla aprendida y a recitarla nada más poner los pies en sus muelles. De hecho, es más que probable que la mayor parte de la población de la isla no conozca ni una sola línea del libro que ha hecho famosa en todo el mundo, y a lo largo y ancho de la Historia, a su pequeña patria.
Lo que sucede es que quien no haya leído las aventuras de Ulises, rey de Ítaca, no entenderá en absoluto en qué demonios puede emplear su tiempo en esa especie de duro pedrusco tirado sobre el mar, sin playas apenas, sin gastronomía especial, vino demasiado recio y que provoca ácidos, comida regular, ni museos ni restos arquitectónicos de antaño, ni sombras arqueológicas, ni bullicio de gentes en verano; y sí escasez de pesca, bosques escuálidos, algunos viñedos, unos pocos rebaños de cabras y ratones de monte.
LA NADA Y EL TODO
Además, de los tres o cuatro hoteles que hay en sus pueblitos, ninguno de ellos, que yo sepa, pasa de las tres estrellas. ¿Qué demonios hacer en un lugar en donde no hay nada que hacer y en donde, si cuentas con dinero, ni siquiera te puedes consolar con el lujo? El que vaya a Ítaca, pues, debe de ser consciente de que está llevando a cabo un viaje de contenido mítico, o dicho de otra manera: que se dirige a visitar uno de los templos de la literatura, una de las fuentes en donde surgió ese caudal hasta hoy inagotable del arte de la palabra, el espacio donde reinó el primer gran personaje dibujado en lengua escrita, el griego Odiseo, el truquista, inteligente, despiadado en ocasiones, y piadosos en otras, el corajudo y precavido Ulises.
En estas tierras tuvo su patria y aquí alzó su palacio, aquí murieron sus padres y nació su hijo Telémaco, de aquí salió rumbo a la guerra de Troya y a sus costas regresó veinte años después en busca de su esposa, Penélope —que le aguardaba haciendo calceta, como si tal cosa—, un retorno que sólo se produjo tras una década de combates junto a los muros de la ciudad enemiga y otros diez años navegando perdido por los latinos.Ulises fue el primer vagabundo de la literatura y en esta isla vino al mundo y creció. Ahí es nada.
EN BARCO
A Ítaca no puede llegarse nada más que por barco, como en los días de Ulises. Entre otras cosas porque no hay forma de hacer un aeropuerto en ninguna parte de la isla. Si se la contempla a ojo de pájaro, Ítaca tiene una forma de ocho, más o menos, con una estrecha cintura que parece a punto de partirse y convertir en dos islotes lo que hoy es un territorio unido. Hasta tal punto es menguada esa lengua de tierra que cuando uno viaja de sur a norte, o viceversa, por la única carretera que recorre la isla, se ve el mar por ambos lados, abajo de dos imponentes despeñaderos que producen vértigo. De modo que, para los itacenses, hay una Ítaca Norte y una Ítaca Sur. Abrupta, sin llanura, «buena para cabras, pero no para caballos», como escribía Homero en La Odisea, es imposible llegar allí por aire salvo que uno utilice un helicóptero.
Se puede alcanzar Ítaca desde dos de las islas vecinas del archipiélago Jónico, al que también pertenece la tierra de Ulises: desde Levkás, por el norte, y desde Cefalonia, por el oeste. Ambas cuentan con aeropuerto y ambas mantienen una línea de ferry diaria con Ítaca. Pero es más hermoso viajar desde la lejana ciudad de Patras, en el norte del Peloponeso, en un transbordador que a diario hace el recorrido a Cefalonia y luego a Ítaca, en más o menos cinco horas de tiempo.
Es un viaje de verdadero mar, de mar dulce y árido, de mar de cielos blancos y olas azules, un mar muy heleno, tan albo y tan celeste como los colores de la bandera griega. El barco suele partir de Patras cercana la hora del mediodía y alcanza Ítaca, tras la parada en Cefalonia, poco antes del atardecer. Cuando navegó por estas aguas hace más de sesenta años, el americano Henry Miller escribió, enamorado sin remedio del mar de los helenos: «El tiempo no existía, sólo existía yo». El ferry entre Patras y las islas del Jónico apenas es usado por los turistas y uno puede muy fácilmente entablar comunicación con los griegos que viajan a bordo: el pueblo heleno siempre ha sido enormemente comunicativo y curioso de los extranjeros.
Pero estamos en Ítaca, en la parte sur, y en su capital, que se llama Vathy. Allí vive la mayoría de los tres mil quinientos habitantes de la isla. No es un lugar particularmente hermoso, pero sí que es extraordinariamente atractivo. Vathy cierra, por tierra, un puerto natural que es una suerte de ensenada escondida, ancha y profunda, a la que se entra por un angosto brazo de mar. Es un puerto natural que ni pensado a propósito para protegerse de la furia del mar y de las incursiones de piratas o flotas enemigas. Ulises, el antiguo soberano de la isla —o «nuestro padre Odiseo», como gustan de decir los itacenses— sabía muy bien que gobernaba una patria tan pequeña como inexpugnable.
Vathy, como decimos, se tiende en el fondo de esa bahía y algunas de sus casas trepan hacia las alturas que protegen sus espaldas. Allá arriba está el monte Aeto, el techo de la isla, sobre cuya chepa dicen que vuela de cuando en cuando el águila de Zeus: pienso que, si no es verdad, está bien trovato. En sus muelles atracan unos pocos pesqueros de trasmallo, que capturan lo justo para el rancho en las esquilmadas aguas que rodean la isla, y ocasionales yates de lujo que sencillamente pasan una noche en el embarcadero de Vathy antes de largarse con el velamen a otra parte.
En la cinta del muelle que rodea el agua, hay dos o tres restaurantes de pescado, cuyo menú suele mantenerse a base de doradas de piscifactoría. También, en esa zona de la principal población insular, hay un par de hoteles de mediana calidad y justo precio, dos o tres terrazas y algunas tiendas de souvenirs. Yo creo que los hostales nunca están llenos al completo, ni siquiera en temporada alta, porque tengo la impresión de que, en la humilde Ítaca, no existen temporadas altas, medias o bajas.
VERSOS HOMÉRICOS
¿Y qué visitar en Ítaca? Lo dicho: nada de nada que pueda interesar desde un punto de vista de eso que llaman turístico. La isla apenas figura en las guías, salvo de pasada, y no tiene un sólo monumento del que preciarse. El gran arqueólogo alemán Heinrich Schliemann, descubridor de las ruinas de la Troya y de la Micenas homéricas, intentó encontrar el palacio de Ulises y abandonó el empeño después de clavar la piqueta, sin éxito, en varios lugares de la isla. Hay quien opina, de todos modos, que no fue cosa de mala suerte, sino que se impuso la pura lógica: Ítaca fue y es una tierra pobre, como ya señalaba Homero y como puede comprobar cualquier viajero de hoy en día, y por lo tanto su rey no podía permitirse el lujo de un gran palacio como residencia privada, sino de una casucha que fue, quizás, un poco mejor que la vivienda de su porquero, el humilde Eumero inmortalizado en los versos homéricos. Stavros, una localidad norteña del interior, y la segunda en número de habitantes después de Vathy, cuenta con un pequeño museo en el que se exhiben algunas piezas del periodo arcaico griego. El único objeto curioso entre los de la muestra es un pedazo de terracota en el que aparece escrito el nombre de Ulises, una prueba más, para los itacenses, de la autenticidad de su isla como patria del héroe viajero.
Porque ya se sabe lo que sucede con estas cosas: como Ítaca es pequeña y pobre, y ni siquiera cuenta con aeropuerto, los habitantes de las vecinas islas de Levkás y Cefalonia afirman, cada cual por su lado, que sus islas son la verdadera cuna de Ulises. Aseguran que, en los tiempos antiguos, el nombre de Ítaca era genérico para el archipiélago hoy llamado Jónico, y que por fuerza, la patria de uno de los grandes reyes aqueos que se agruparon alrededor de Agamenón para conquistar Troya, entre ellos Ulises, tenía que ser mucho más rica y más grande que la actual Ítaca.
PADRE ODISEO
¿Y qué dicen los itacenses? Muestran la terracota del museo de Stavros y se encogen de hombros. Y por si eso no bastara, muestran las descripciones que Homero hace en La Odisea sobre la patria de Ulises. Y ahí sí que no hay dudas: quien las lee, comprueba de inmediato que la Ítaca de ayer no puede ser otra que la Ítaca de hoy. «¿Es que nos les basta a los de Levkás —te dicen con guasa los itacenses— con que allí se suicidase Safo y a los de Cefalonia con que en su isla se rodara La mandolina del capitán Corelli? Sería más elegante por su parte no tocar a nuestro padre Odiseo».
Y poco más. Si uno quiere imaginarse el lugar donde desembarcó Ulises, al regreso de sus diez años de exilio, puede decidir, como afirman en la isla, que se trata de la pequeña ensenada de Dexia, unos kilómetros al norte de Vathy. Cerca, dicen, está la cueva en donde Ulises guardó los tesoros que le había regalado el rey Alcinoo en la cercana isla de Feacia. No sé... Uno puede soñar en todos lados con Ulises cuando transita su isla. Si hubiera un santo patrón de los viajeros, no habría otro como él. Y su figura podemos revivirla hoy en La Odisea, tan fresca como la dibujó Homero hace veintisiete siglos. Mejor, en cualquier caso, recordarla poniendo el pie en su isla. Porque a Ítaca, como escribía otro gran poeta griego, Constantino Cavafis, «has de tenerla siempre en la memoria».
JAVIER REVERTE
Javier Reverte es escritor y autor, entre otros, del libro Corazón de Ulises (Ed. El País Aguilar).
Fuente: Suplemento de viajes de El Mundo, Mayo de 2003, nº20
[+/-] | TEXTOS PARA TRADUCIR - PROPERCIO |
Non ego nunc Hadriae vereor mare noscere tecum,
Tulle, meque Aegaeo ducere vela salo,
Cum quo –Rhipaeos possim conscendere montis
ulteriusque domos vadere Memnonias;
sed me complexae remorantur verba puellae,
mutatoque graves saepe colore preces.
Illa mihi totis argutat noctibus ignis,
Et queritur nullos esse relicta deos.
(Propercio, Elegías)
Notas:
- Tulo era un amigo de Propercio
- Adria es la denominación latina del actual mar Adriático, que era la vía de acceso a Grecia desde Italia.
- El Egeo es el mar que separa Grecia de Asia
- Los montes Ripeos eran una mítica cadena montañosa que constituía los límites septentrionales de la tierra. Estaban cubiertos de nieve y azotados por los vientos del norte.
- Memnón era el legendario rey de los etíopes, que habitaban el límite meridional del mundo.
Traducción: ▼
No temo ahora contigo, Tullo, conocer el mar de Adria, ni guiar mis velas por las ondas del Egeo, pues contigo podría escalar los montes Ripeos y llegar más allá de las moradas de Memnón; pero me detienen las palabras de mi amada, que se abraza a mí, y sus ruegos insistentes con demudado rostro. Las noches enteras ella me pondera su amor y gime que si la abandono no existen los dioses.
(Traducción de A. Tovar, Alma Mater)
[+/-] | LOS FRESCOS DE POMPEYA RECUPERAN SU ESPLENDOR |
La mejor colección de pintura romana antigua del mundo se exhibe tras diez años de restauración.
Detalles nunca vistos
La sala dedicada al Tercer Estilo comprende una serie de elementos decorativos y grandes cuadros en los cuales el paisaje predomina sobre la forma humana.
Un viaje por el mundo greco-romano
Fuente: Terra Antiquae , Vía: EFE, Roma El País.com, 28 de abril de 2009
[+/-] | EL LEGADO DE ADRIANO EN EUROPA Y EL MEDITERRÁNEO |
El muro de Adriano en Newcastle (Reino Unido) |
El Castelo de Sant 'Angelo en Roma. |
Villa Adriana, Tívoli (Italia) |
Diario de Sevilla |
Puerta de Adriano, Atenas (Acrópolis al fondo) |
Cyrene (Libia) |
Yacimiento arqueológico de Sagalassos (Turquía) |
[+/-] | CAJERO AUTOMÁTICO EN LATÍN. |
[+/-] | DERIVACIÓN EN LATÍN: CLASIFICACIÓN DE LOS PRINCIPALES SUFIJOS LATINOS Y SU RESULTADO EN CASTELLANO |
A.- SUFIJOS CON LOS QUE SE FORMAN SUSTANTIVOS
A PARTIR DE OTROS SUSTANTIVOS | A PARTIR DE ADJETIVOS Todos los sustantivos resultantes son abstractos, indican una cualidad. | A PARTIR DE VERBOS |
-AR , -AL, -ALE > cast: -AR, AL Relación o dependencia Ej. animal (anima), calcar (calc- raiz de talón) Otros: crinale (peineta, pasador, formado a partir de crinis=cabello, cabellera.), exemplar (exemplum) | -IA > cast. -IA Ej. audacia (audax) Otros: insania (insanus=demente), verecundia (verecundus) | - BULUM, -CULUM > cast. -BLO, -CULO Instrumento Ej. tintinabulum (campanilla, del v. tintino=sonar), vehiculum (del verbo veho=llevar) Otros: spectaculum (specto=mirar), vocabulum (voco=llamar) |
-ARIUM > cast. -ARIO Lugar para guardar algo Ej. larario (altar donde se veneraba a los dioses de la casa, los dioses Lares. Otros: tabulario (el archivo público, donde se guardaban las “tabulae”) armario (cofre para joyas), erario (aes, bronce con el que se fabricaban algunas monedas) | -ITIA > cast. -ICIA Ej: laetitia (laetus=alegre) Otros: iustitia (iustus), stultitia (stultus), amicitia (amicus) | -MENTUM > cast. -MENTO Instrumento Ej. Instrumentum (instruo=construir, equipar) Otros: monumentum (moneo=recordar), sacramentum (sacro=consagrar) |
-ARIUS > cast. -ARIO Persona u oficio Ej. tabularius (el registrador, tabula=tablilla) Otros: tabernarius (taberna=tienda) | -TAS, -ITAS > cast. -TAD, -IDAD Ej. libertas (liber), habilitas (habilis) Otros: sanitas (sanus), simplicitas (simplex), paupertas (pauper) | -OR > cast. -OR Actividad, estado Ej: dolor (doleo=tener dolor, estar dolido) Otros: amor (amo=amar) clamor (clamo=pedir a gritos) |
-INA > cast: -INA Profesión, actividad o lugar Ej. Officina (fábrica, taller, oficina escuela, en general donde se desempeña un officium) Otros: piscina (vivero de peces < piscis=pez) | -TUDO > cast. -TUD Ej. magnitudo (magnus) Otros: longitudo (longus), consuetudo (consuetus=habitual) | -TOR, -SOR, -TRIX cast. -TOR, DOR, SOR, TRIZ Agente, que realiza la acción expresada por el verbo Ej. actor (v. ago=hacer), divisor (divido=dividir), imperatrix (impero=mandar) Otros: victor (vinco=vencer), orator (oro=hablar), dictator (dicto=ordenar), tonsor=barbero (tondeo=cortar el pelo o la barba), dominatrix (domino=dominar), pabulator (pabulo=salir a buscar forraje) |
-ULUS, -CULUS, -UNCULUS, -OLUS, -ELUS > cast: -ULO, -CULO, -UNCULO, -OLO, -ELO Diminutivos Libellus (de liber=libro) Otros: regulus (reg es la raíz de rey), tubérculo (tuber=trufa) pináculo (pinus=pino) avunculus (tío materno, deriva de “avus”=abuelo) | ||
-URA > cast: URA Actividad u oficio Ej. praetura (la actividad que desempeña el praetor), Otros: dictatura (dictator), magistratura, judicatura (castellano) |
B.- SUFIJOS CON LOS QUE SE FORMAN ADJETIVOS
A PARTIR DE VERBOS | A PARTIR DE SUSTANTIVOS |
- AX cast. AZ Tendencia a, deseo de Ej. audax (audeo=atreverse) Otros: loquax (loquor=hablar), fallax (fallo=engañar), pertinax (pertineo=mantener, extenderse) perspicax (perspicio=percibir) | -ACEUS-ARIS, -ARIUS, -CRIS, -BRIS, -INUS, -ALIS, -IUS, -ICUS, -ANUS, -ENSIS, -ESTER, -ILIS, -TIMUS > cast. -AR, -ARIO, -CRE, -BRE, -INO, -AL, -IO, -ICO, -ANO, -ENSE, -TRE, -IL, -INO Pertenencia, origen o relación Ej. rosaceus (rosa), familiaris (familia), legionarius (legio), mediocris (medium), funebris (funus=luto, duelo), latinus (Latium), mortalis (mors=muerte), regius (rex=rey), gallicus (Gallia), romanus (Roma), Carthaginiensis (Carthago=ciudad del N. de África), equester (equus=caballo), hostilis (hostis=enemigo), legitimus (lex=ley) Otros: herbaceus (herba), consularis (consul) vectigalis (vectigal=impuestos), Germanus (Germanis), pedester (ped- es la raíz de pes=pie), etc. |
- BILIS, -ILIS> cast. BLE, IL Capacidad, posibilidad Ej. amabilis(amo=amar), facilis (facio=hacer) Otros: potabilis (poto=beber), visibilis (video=ver), credibilis (credo=creer), edulis (edo=comer) | -EUS, -NEUS > cast. -EO, -NEO Materia de lo que está formado Ej. aureus (aurum=oro), ligneum (lignum=leño, ligna=leña) Otros: argenteus (argentum=plata), eburneus ( ebur=márfil) |
- BUNDUS, CUNDUS > cast. - BUNDO, CUNDO Tendencia hacia algo Ej. furibundus (furio=enfurecerse), iracundus (irascor=irritarse) Otros:meditabundus (meditor=meditar), rubicundus (rubesco=enrojecer) | -OSUS > cast. -OSO Abundancia Ej: famosus (fama) Otros: pluviosus (pluvia), furiosus (furia), |
- ICUS > cast. ICO Relacionado con Ej. amicus (amo=amar) Otros: rusticus (rusticor=vivir en el campo) | -ICUS, -TICUS > cast. -ICO, -TICO Cualidad Ej. civicus (civis=ciudadano), sympathicus (symphatia) Otros: taetricus (taetrum=lo horrible), propheticus (propheta), urbicus (urbs=ciudad) |
- IVUS > cast. IVO Cualidad Ej. fugitivus (fugio=huir) Otros: captivus (capio=capturar, coger) |
C.- SUFIJOS CON LOS QUE SE FORMAN VERBOS
A PARTIR DE OTROS VERBOS |
-TO, -ITO, -SO> cast. -TEAR, -SAR Acción que se repite (v. frecuentativos) Ej. dicto (dico=decir) decir repetidamente, factito (facio=hacer)hacer a menudo, curso (curro=correr)corretear Otros: volito (volo=volare) revolotear, merso (mergo=sumergir)sumergir varias veces, bañar, |
- SCO > cast. interfijo -SC- Expresan el comienzo de una acción (v. incoativos) Ej. senesco (seneo=ser anciano) envejecer Otros: rubesco (rubeo=estar rojo) enrojecer, paciscor (paco=pacificar) pactar |
- URIO Expresa el deseo de hacer algo Ej. esurio (el verbo edo=comer tiene una raíz -es) tener hambre, estar hambriento Otros: |
[+/-] | LOS NOMBRES DE LOS COLORES EN LATÍN |
Latine | Hispanice |
niger, nigra, nigrum | negro lustroso |
viridis, -is, -e | verde (el más común) |
cÿaneus, -a, -um glaucus - a - um | azul marino, azul cobalto o oscuro |
purpureus, -a, -um | purpúreo [Púrpura era originariamente el nombre que se daba al color que se extraía de la concha de algunos moluscos. Podía variar según el especimen del que se tratara. Abarca una gama de colores que van desde el rojo hasta el violeta.] |
ruber, -bra, -brum | muy común para todos los rojos puros |
brunneus, -a, -um | marrón |
carneus, -a, -um | de color carne |
lûteus, -a, –um vitellînus, -a, -um | amarillo (como yema de huevo) |
flâvus, -a, -um | flavo, dorado, amarillo (todos matices) |
niveus, -a, –um albus –a –um candidus – a -um | blanco como la nieve, níveo, lo blanco más puro |
cânêscêns, -ntis | grisáceo |
Latine | Hispanice |
Níger, nigra, nigrum Piceus - a - um | Negro |
Ater, âtra, âtrum | Negro apagado |
Furvus, -a, -um | Oscuro |
Viridis- is - e | Verde (el más común) |
Virêns, -ntis | Verde de los vegetales |
Viridulus, -a, –um Subviridis, -is, -e | Verdoso, muchos matices del verde |
Prasinus, -a, –um Perviridis, -is, -e | Verde brillante Muy verde |
Glaucus -a - um | Azul |
Caeruleus, -a, -um | Cerúleo |
Subcaeruleus-a-um | Azulino |
Cÿaneus - a - um | Azul cobalto o oscuro |
Lîvidus, -a, -um | Azul plomizo, amoratado |
Venetus, -a, -um | Azulado, azul celeste |
Caesius, -a, -um | Azul grisáceo (esp. de los ojos) |
violâceus, -a, -um | violáceo |
Purpureus -a -um | [Púrpura era originariamente el nombre que se daba al color que se extraía de la concha de algunos moluscos. Podía variar según el especimen del que se tratara. Abarca una gama de colores que van desde el rojo hasta el violeta.] |
Ruber - bra - brum Fulvus –a- um Rubidus - um | Rojos puros |
Sanguineus, -a, -um | Rojo sanguineo |
Rutilus, -a, -um | Carmín, rojo encendido |
Cardinâlis, -is, -e | Purpúreo |
Rubidus, -a, -um | Rojo oscuro |
Cerasinus, -a, -um | Color cereza |
Coccineus, -a, -um | Bermellón |
phoenîceus, -a, -um | escarlata, rojo púrpura, rojo violeta |
russus, -a, -um | rojizo marrón |
miniâtus, -a, -um | bermellón |
roseus, -a, -um | rosa, rosado |
pûniceus, -a, -um | encarnado, rosa |
subroseus, -a, -um | un poquito) rosáceo |
subruber, -bra, -brum | rojizo |
rubellus, -a, -um | rojizo |
subrûfus, -a, -um | rojizo |
rubicundus, -a, -um | rubicundo |
rôbîginôsus, -a, -um | de color de herrumbre o de orín |
armeniacus, -a, -um | albaricoque, de color amarillo anaranjado |
fulvus, -a, -um | leonado, rojizo, dorado |
cervînus, -a, -um | ciervo] |
brunneus, -a, -um | marrón (de origen germánico) |
spâdîx, -îcis | castaño |
badius, -a, -um | castaño (solo de caballos) |
fuscus, -a, -um | moreno oscuro |
spâdîceus, -a, -um | moreno claro |
gilvus, -a, -um (gilbus) | amarillo grisáceo pálido (solo de caballos) |
carneus, -a, -um | de color carne |
aurantius, -a, -um | naranja |
lûteus, -a, -um | amarillento, color de fuego, azafrán (como yema de huevo) |
vitellînus, -a, -um | amarillo azafranado (como yema [vitellus] de huevo) |
flammeus, -a, -um | rojo amarillento encendido, de color de la flama |
electricus, -a, -um | ambarino, de color amarillo anarajado |
citreus, -a, -um | limonado, amarillo (puro, no brillante) |
aureus, -a, -um | áureo, |
aureolus, -a, -um | dorado, de color de oro |
flâvus, -a, -um | flavo, dorado, amarillo (todos matices) |
flâvidus, -a, -um | de color marrón amarillento muy claro |
sufflâvus, -a, -um | algo rubio (de pelo) |
râvus, -a, -um | amarillento, leonado |
crêtâceus, -a, -um | blanco sin brillo, blanqueado [como crêta, creda] |
albus, -a, -um | blanco apagado |
candidus, -a, -um | blanco brillante |
niveus, -a, -um | blanco como la nieve, níveo, lo blanco más puro |
subalbus, -a, -um | blanquecino |
albulus, -a, -um | blanquecino |
subalbidus, -a, -um | blanquecino |
eburneus, -a, -um (& -nus) | blanco como el marfil, blanco amarillento |
argenteus, -a, -um | blanco grisáceo brillante |
cânus, -a, -um | cano (esp. de pelo) |
cinereus, -a, -um | ceniza |
cânêscêns, -ntis | grisáceo |