Los defensores de la recuperación del latín como lengua viva y moderna "contamos" ahora con un nuevo instrumento impensable hace no tantos años: el cajero automático del Instituto para las Obras de Religión (IOR), popularmente conocido como el «banco del Papa».
La sede de esta institución financiera se encuentra a poca distancia de la Puerta de Santa Ana de la Ciudad del Vaticano, frente a la que cada día pasan millares de turistas que se dirigen a los siempre concurridos museos vaticanos. En los muros del IOR hay un cajero automático, algo nada extraordinario tratándose de una entidad financiera si no fuera por lo inusual de uno de los idiomas con los que se dirige a la clientela.
En la primera ventana de la pantalla del cajero aparecen las distintas lenguas con las que el usuario puede operar. Además del idioma italiano, el francés, el alemán, el inglés y el castellano, se encuentra la opción del latín, en otros caracteres y sin la compañía de banderas nacionales. Inserito scidulam quaeso ut faciundam cognoscas rationem, indica la entrada. Al igual que en los demás idiomas invita a «introduce la tarjeta para conocer lo que quieres hacer».
Si el cliente acepta, hay un abanico de posibilidades: Deductio ex pecunia (sacar dinero), Rationum aexequatio (saldo), Negotium argentarium (lista de los movimientos realizados). El usuario elige la operación que desea y, al final, el cajero automático le pide que recupere la tarjeta, con un Retrahe scidulam depositam.
Fuente: http://www.elperiodico.com
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