El alfabeto latino arcaico constaba de veintiuna letras: A, B, C, D, E, F, Z, H, I, K, L, M, N, O, P, Q, R, S, T, V, X .
En el año 312 a.C. el censor Apio Claudio suprimió la letra Z del alfabeto al juzgarla "desagradable y extranjera".
Tras la conquista de la Magna Grecia, en el siglo III a.C., los romanos empezaron a familiarizarse con la cultura y la lengua griega, y el latín empezó a incorporar cada vez más vocablos de dicha lengua; esto planteaba el problema de que el griego tenía varios sonidos de los que el latín carecía, de modo que no podía establecerse una correspondencia natural entre el alfabeto griego y el alfabeto latino para realizar las transcripciones oportunas. A mediados del siglo I a.C., se produce la reincorporación de la letra Z para representar el sonido de la Z/z griega (dseta), aunque es colocada al final del alfabeto, pues su lugar ha sido ocupado en el s. III a.C. por una nueva letra, la G.
En cuanto al sonido de la vocal griega ipsilón (Y/u), el sonus medius, probablemente, muchos romanos no sabían reproducirlo. En la época arcaica en las transcripciones solía sustituirse por la V, mientras que en la época clásica pasó a emplearse la I, hasta la introducción de la Y en el alfabeto, véanse los ejemplos: SATVRA/SATIRA/SASTYRA, SVLLA/SILLA/SYLLA, etc. Quienes no sabían pronunciarla la pronunciaban como una i (en particular, ésta es la pronunciación usual de la y en el latín vulgar), pero hay pruebas de que en la pronunciación culta se usaba el sonus medius, pues el emperador Claudio introdujo durante su reinado (31-41 d.C.) la letra Ⱶ para representarlo, aunque su invento no le sobrevivió. El emperador Claudio introdujo también la letra Ⅎ para representar a la u cuando debe leerse como semiconsonante. En total propuso tres letras claudias, la Ⱶ, la Ⅎ y la Ↄ, la tercera de las cuales representaba el sonido ps correspondiente a la Ψ griega, pero ninguna de ellas sobrevivió.
Por otra parte, la letra H se usó también para formar los dígrafos CH, PH,TH, que transcribían las letras griegas χ, φ, θ, correspondientes a tres sonidos no estos tres sonidos no existentes en latín: el sonido castellano jota, el de la efe bilabial y de la zeta castellana, respectivamente: schola, philosophia, theātrum.
Por otra parte, la letra H se usó también para formar los dígrafos CH, PH,TH, que transcribían las letras griegas χ, φ, θ, correspondientes a tres sonidos no estos tres sonidos no existentes en latín: el sonido castellano jota, el de la efe bilabial y de la zeta castellana, respectivamente: schola, philosophia, theātrum.
En principio, la letra C era una variante caligráfica de la Γ griega (gamma), y se incluyó en el alfabeto latino con la intención de representar el sonido velar sonoro [g] (de gato), mientras que el sordo [k] (de casa) se asignaba a la letra K, cuyo nombre ka procede del nombre apocopado de la letra griega kappa.
Con la introducción de la grafía Q para representar la secuencia K+U+vocal [kui,kua, etc.], el grafema k fue reduciendo su uso, limitándose a las palabras en las que la K va seguida de vocal A (p.ej: KALENDAE) y poco a poco fue sustituida en el siglo III a. C. por la C., que pasó a representar los sonidos sonoro [g] y sordo [k].
Como consecuencia de la confusión que producía el uso de un solo signo C para dos sonidos diferentes, también en el siglo III a. C., el liberto Espurio Carvilio, antiguo esclavo del cónsul Espurio Carvilio Ruga, agregó un pequeño rasgo a la C para producir una letra nueva y representar así el fonema sonoro [g]. El período de adaptación a la nueva grafía provocó dobletes del tipo CAIUS/GAIUS, CNEUS/GNEUS , etc. La nueva letra G pasó a ocupar en el alfabeto el lugar que había dejado la Z, que, como hemos visto, no fue reincorporada hasta mediados del siglo I a. C.
De este modo, quedó establecido en el siglo el alfabeto latino clásico de veintitrés letras:
A, B, C, D, E, F, Z, H, I, K, L, M, N, O, P, Q, R, S, T, V, X, Y, Z
A este alfabeto se incorporan en el siglo XVI las grafías J/j y V/v, cuando Petrus Ramus (nombre latinizado del humanista Pierre de la Ramée) las propone para reproducir los sonidos consonánticos de la I/i y U/u.
En un principio sólo tenía letras mayúsculas; hacia el siglo III d.C. empezaron a aparecer letras simplificadas (CURSIVAS MAYÚSCULAS) que facilitaban la escritura fluida, pero las minúsculas propiamente dichas como las conocemos ahora surgieron al final de la Antigüedad.
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