La Ilíada de Homero era considerada en el siglo XIX un poema épico sin ningún viso de realidad. Las luchas y batallas de los héroes como Aquiles, Héctor, Ajax o Ulises, el fruto de la ficción, y la mítica Troya, una ciudad, que de existir, no tendría en nigún caso reflejo en los versos de Homero, que habría inventado lo más esencial y por tanto no serviría como base para encontrar su ubicación.
Pero Troya existió, tal y como se empeñó en demostrar el pionero arqueólogo Heinrich Schliemmann, que entre 1871 y 1874 encontró sus ruinas en Hissarlik, Turquía, guíandose por la lógica del relato, ya que a diferencia de la mayoritaria corriente de su momento, sí creyó que el texto de Homero arrojaría luz sobre el emplazamiento de sus muros, como finalmente ocurrió. Ahora, una nueva expedición tiene como objetivo volver al estrecho de Dardanelos, Turquía, a hurgar en las entrañas de la ciudad homérica, de la que tan sólo se conoce una quinta parte.
El nuevo estudio, que llevará a cabo William Aylward de la Universidad de Wisconsin-Madison, podría ampliar los conocimientos sobre el yacimiento y alimentar la agriapolémica entre historiadores y arqueológos que se abrió en el mismo momento en el que Schliemman encontró la supuesta primera piedra de la ciudad, debajo de siete estratos que formaron nuevas urbes superpuestas a lo largo de los siglos: ¿Existió la Guerra de Troya?
William Aylward está convencido que las nuevas técnicas arqueólogicas y de estudio químico y biológico servirán para obtener una información mucho más precisa de unas ruinas que siempre han levantado diferencias en la comunidad científica. No en vano, laexpedición en las llanuras turcas dirigida por Manfred Korfmann entre 1988 y 1995 arrojó unos resutaldos tan espectaculares como sospechosos para sus detractores. Según sus conclusiones un gran asedio tuvo lugar en torno al 1.200 a. C. que destruyó la ciudad que se identifica como Troya y no descartaba el hecho de que Homero se basase en un acontecimiento histórico.
Baste decir que en un simposio sobre los hallazgos organizado en la Universidad de Tubinga en 2001, -centro que ha liderado las excavaciones desde 1988- , Korfmann llegó a las manos con sus colegas Frank Kolb y Dieter Harbel, que no sólo negaban la mayor de sus resultados, sino que directamente le acusaban de habérselos inventado. Korfmann murió en 2005 y su legado lo continuó Ernst Pernicka, que dirige ahora el Proyecto Troya de la universidad de la ciudad alemana.
Pero las sospechas no sólo alcanzan a las excavaciones más actuales, el propio Schliemann, héroe por antonomasia de la entonces joven ciencia arqueológica no ha escapado de las dudas sobre sus investigaciones ya que el entusiasta excavador tendía a magnificar sus descubrimientos, manipulando su significado, como en el caso de la Máscara de Agamenón o el Tesoro de Príamo, rey de la ciudad de Troya.
En el primer caso, aunque la pieza es incuestionable que perteneció a un jefe guerrero noble no hay constancia de que haya pruebas evidentes que permitan afirmar que el objeto perteneció a Agamenón, el rey griego que asedió la ciudad de Troya en La Íliada. Simplemete, Schliemman perseguía con tanto ahínco la leyenda de sus amados versos -que conocía de memoria- que estaba a dispuesto a darle el empujón que necesitaban.
El caso del Tesoro de Príamo es aún más controvertido. Según el relato que ha pervivido, Schliemman lo encontró junto a su mujer Sofía, después de haber dado un día libre a sus ayudantes y subordinados intuyendo el formidable descubrimiento que estaba a punto de hacer. Cuando encontró los cerca de 8.000 objetos entre diademas de oro, pendientes, colgantes, pulseras y un sinfín de piezas, los atribuyó directamenre a Príamo, como en el caso de Agamenón. Hay fundadas sospechas, no obstante, de que Schliemann juntó poco a poco esas piezas y las presentó posteriormente como un hallazgo único, para darle más relieve.
Respecto a la historicidad de los versos de Homero, dejando aparte la evidente invención en todo lo relativo a la intervención de los dioses, parece probable que en la ciudad que conocemos como Troya se libró una guerra frente a las murallas, destruida poco antes del 1.200 a. C. Sin embargo, el anális de los datos que contienen los pasajes de La Iliada respecto a técnicas militares, armas, utensilios etc, arrojan numerosas incongruencias, como para pretender que las luchas de Troya pertenezcan a un periodo único y a una única batalla, ya que se describen armaduras, espadas y lanzas, por poner un ejemplo, que difieren entre sí hasta cinco siglos.
Mientras hay autores como Dorpfeld y Sperrling que defienden que la Troya del VII nivel fue atacada por elementos micénicos, lo que darían el sustrato a una histórica guerra entre micenos y troyanos, que Homero habría utilizado como base para su Íliada, otros comoFrank Kolb o Dieter Harbel niegan cualquier viso de historicidad y cualquier relación entre los avatares acaecidos en la histórica Troya, con las luchas descritas por Homero.
Realidad, ficción o una mezcla de ambas, sigue alimentando el debate de uno de los más jugosos yacimientos del planeta, y al que la nueva expedición de William Aylward añadirá nuevos elementos a partir del próximo verano.
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