Todos sabemos que el término para definir la homosexualidad femenina "lesbiana" viene de la isla griega de Lesbos, sin embargo, muchos de nosotros desconocemos, aunque suene a título de película, qué es lo que sucedía en la "Isla de las mujeres valientes".
La poetisa griega Safo de Mitilene vivió toda su vida en la isla griega de Lesbos (de los años 650 al 580 A.C), y se caracterizó por ser una mujer que rompió muchos moldes en su vida, en una sociedad tan viril y jerarquizada, como la griega, en la que la mujer tenía muy poco papel social que representar (salvo casarse y tener hijos, y ser la guardiana y custodia de las devociones familiares y de la "polis", la ciudad y del Estado), aunque en honor a la verdad, muchas de las cosas a las que se dedicó no hubieran sido posibles si, previamente, no hubiese nacido en una familia de un pensamiento muy liberal y avanzado para su época.
De su vida poco sabemos, salvo alguna pincelada autobiográfica en algunos de sus poemas, con el agravante de que el grueso de su composición poética se ha perdido igualmente, aunque conservamos algunos de sus textos, e incluso, de algún retrato de nuestra protagonista, uno de los más bellos, sin lugar a dudas, el que se encuentra en la estancia de una de las salas de las ricas casas pompeyanas, un excelente fresco que supo captar todos los matices de esta gran mujer.
Muchos ríos de tinta han corrido sobre Safo en relación a su carácter simbólico, paradigmático y estereotipado de la "lesbiana", la primera representante del amor homosexual entre mujeres, aunque con todo lo que se convierte en un símbolo, hay que decir, muchas de las cosas que se dicen de Safo son más producto de la manipulación, o de las ganas de erigirla en un símbolo, que de la realidad de su vida.
Ciertamente, estableció en Lesbos, en fecha indeterminada, la llamada "Casa de las Musas" en las que enseñaba a las jóvenes a cultivar todo lo referente con la creación literaria y poética, a pintar, a esculpir, a realizar coronas y arreglos florales, protocolo y feminidad... pero de ahí a imaginarse esa escuela de saberes griegos relacionados con las artes, exclusivamente femenina, bajo la dirección de Safo, como una especie de orgía contínua, media un mundo y una distancia abismal, fruto, como hemos adelantado, de la exageración y la deformación histórica.
Safo, como buena maestra y directora, de mayor edad que sus discípulas, quizás reprodujera en sí misma ese arquetipo griego, en versión femenina, de la institución de la "pederastia", entendida como la íntima relación que se establecía entre dos hombres, con una diferencia de edad considerable, por el que el más mayor (llamado "erastés") protegía, educaba, enseñaba e introducía al más joven en todos los misterios de la vida (siendo el joven llamado "erómenos") que, aparte de ser instuido y enseñado, ayudaba al mayor a recordar sus tiempos de juventud, le protegía y le daba compañía igualmente, sin que se descartara, por aquello de la complcidad y la intimidad y la convivencia entre discípulo y maestro, una compenetración tal de sus almas, que no pudieran tenerla también en el cuerpo, aunque las relaciones sexuales no fueren, ni de lejos, el factór único de esta compleja relación social griega de la "pederastia".
Pero nuestra Safo no ama de forma indiscrimianda a todas sus alumnas, tiene igualmente sus preferencias, aquellas que son, en lenguaje popular "las niñas de sus ojos", como lo demuestra algún fragmento de sus poemas en el que se queja de un amor femenino no correspondido. Sea como fueretodas ellas fueron pioneras en establecer, en esta "Casa de las Musas" la primera comuna, la primera acampada de "indignadas" contra el patriarcado, el primer "kibutz" netamente femenino, las primeras "hippies" de Grecia... (Todos los términos son modernos para que entendáis bien el sentido y alcance de esta comunidad femenina surgida en Lesbos).
Desgraciadamente la producción literaria, casi exclusivamente poética de Safo, se ha perdido, de sus nueve libros de odas, epitalamios, canciones nupciales, elegías y otras composiciones, apenas han sobrevivido dos poemas completos y fragmentos dispersos aquí y allá en las citas de referencia de autores posteriores. Con todo, reproducimos aquí uno de sus más sentidos poemas, tituladoAdiós a Athis, siendo Athis una de sus discípulas más amadas, más íntimas, manifestando el dolor que le produjo la separación cuando los padres de aquélla la sacaron de la "Casa de las Musas" para casarla (Del Libro II de sus obras, fragmento, versos 41-46):
Me enamoré de ti, Athis, hace mucho tiempoDe su vida poco sabemos, salvo alguna pincelada autobiográfica en algunos de sus poemas, con el agravante de que el grueso de su composición poética se ha perdido igualmente, aunque conservamos algunos de sus textos, e incluso, de algún retrato de nuestra protagonista, uno de los más bellos, sin lugar a dudas, el que se encuentra en la estancia de una de las salas de las ricas casas pompeyanas, un excelente fresco que supo captar todos los matices de esta gran mujer.
Muchos ríos de tinta han corrido sobre Safo en relación a su carácter simbólico, paradigmático y estereotipado de la "lesbiana", la primera representante del amor homosexual entre mujeres, aunque con todo lo que se convierte en un símbolo, hay que decir, muchas de las cosas que se dicen de Safo son más producto de la manipulación, o de las ganas de erigirla en un símbolo, que de la realidad de su vida.
Ciertamente, estableció en Lesbos, en fecha indeterminada, la llamada "Casa de las Musas" en las que enseñaba a las jóvenes a cultivar todo lo referente con la creación literaria y poética, a pintar, a esculpir, a realizar coronas y arreglos florales, protocolo y feminidad... pero de ahí a imaginarse esa escuela de saberes griegos relacionados con las artes, exclusivamente femenina, bajo la dirección de Safo, como una especie de orgía contínua, media un mundo y una distancia abismal, fruto, como hemos adelantado, de la exageración y la deformación histórica.
Safo, como buena maestra y directora, de mayor edad que sus discípulas, quizás reprodujera en sí misma ese arquetipo griego, en versión femenina, de la institución de la "pederastia", entendida como la íntima relación que se establecía entre dos hombres, con una diferencia de edad considerable, por el que el más mayor (llamado "erastés") protegía, educaba, enseñaba e introducía al más joven en todos los misterios de la vida (siendo el joven llamado "erómenos") que, aparte de ser instuido y enseñado, ayudaba al mayor a recordar sus tiempos de juventud, le protegía y le daba compañía igualmente, sin que se descartara, por aquello de la complcidad y la intimidad y la convivencia entre discípulo y maestro, una compenetración tal de sus almas, que no pudieran tenerla también en el cuerpo, aunque las relaciones sexuales no fueren, ni de lejos, el factór único de esta compleja relación social griega de la "pederastia".
Pero nuestra Safo no ama de forma indiscrimianda a todas sus alumnas, tiene igualmente sus preferencias, aquellas que son, en lenguaje popular "las niñas de sus ojos", como lo demuestra algún fragmento de sus poemas en el que se queja de un amor femenino no correspondido. Sea como fueretodas ellas fueron pioneras en establecer, en esta "Casa de las Musas" la primera comuna, la primera acampada de "indignadas" contra el patriarcado, el primer "kibutz" netamente femenino, las primeras "hippies" de Grecia... (Todos los términos son modernos para que entendáis bien el sentido y alcance de esta comunidad femenina surgida en Lesbos).
Desgraciadamente la producción literaria, casi exclusivamente poética de Safo, se ha perdido, de sus nueve libros de odas, epitalamios, canciones nupciales, elegías y otras composiciones, apenas han sobrevivido dos poemas completos y fragmentos dispersos aquí y allá en las citas de referencia de autores posteriores. Con todo, reproducimos aquí uno de sus más sentidos poemas, tituladoAdiós a Athis, siendo Athis una de sus discípulas más amadas, más íntimas, manifestando el dolor que le produjo la separación cuando los padres de aquélla la sacaron de la "Casa de las Musas" para casarla (Del Libro II de sus obras, fragmento, versos 41-46):
y me parecías sin gracia, como una pequeña niña.
Sé que más tarde alguien se acordará de nosotras,
como el viento desenfrenado que en las montañas
cae sobre los bosques, el amor estremece mi ser.
No puedo decidir: Hay en mí como dos almas.
Hiciste bien en venir, pues te anhelaba,
y desfallecía por este sentimiento que enciende mi alma.
Fuente: Cascaraamarga.es
0 Comentarios:
Publicar un comentario