Entrada publicada por Ana y Lola, 1º de Bachillerato
Dédalo era un artesano ateniense, descendiente de la familia real de Cécrope, el primer rey de Atenas. Fue un gran artista de su época, escultor, arquitecto e inventor.
Un día este cometió un crimen producido por la envidia que le tenía a su sobrino y alumno, Talo, porque tenía un gran talento. Este inventó la sierra, basándose en la forma de mover la mandíbula de una serpiente. Dédalo, ciego de envidia, lo arrojó desde lo alto de la Acrópolis. Cuando esto se supo, el tribunal de Aerópago lo expulsó de la ciudad.
Pompeya, Casa de los Vetti, Pasifae y Dédalo en el taller mientras fabrican un armazón de vaca. |
Dédalo se refugió en la isla de Creta, en la corte del rey Minos. Allí, realizó diferentes encargos para para él y para su esposa Pasifae; el rey, después del nacimiento del Minotauro, le mandó construir un gran laberinto, que estaba formado por numerosos pasillo ensamblados de manera que era imposible de salir de él, para que albergara al Minotauro y no pudiese escapar.
Mientras vivió en Creta tuvo un hijo con una esclava, Ícaro. A la llegada de Teseo a Creta, Dédalo le da un consejo a Ariadna de cómo poder salir del laberinto para que esta se lo diga después a Teseo.
El rey Minos al enterarse de ello se enfurece de tal manera que encierra a Dédalo y a su hijo Ícaro en el laberinto como castigo.
Dédalo, que no es tonto, encuentra la manera de salir de allí. Para conseguirlo, fabrica un par de alas con cera de abeja a las que va pegando plumas y se las coloca en los hombros con cera. Emprende el vuelo con su hijo Ícaro.
Dédalo le dice a su hijo que no vuele tan bajo como para que las olas del mar mojen sus alas y las hagan tan pesadas que caiga al mar ni tan alto como para que el sol derrita la cera de las alas y caiga al mar. Ícaro no hace caso del consejo de su padre y emprende el vuelo. Tan entusiasmado estaba que iba tomando cada vez mas altura, hasta que la cera de sus alas se acabó derritiendo y se precipitó al mar.
Dédalo, que no es tonto, encuentra la manera de salir de allí. Para conseguirlo, fabrica un par de alas con cera de abeja a las que va pegando plumas y se las coloca en los hombros con cera. Emprende el vuelo con su hijo Ícaro.
La caída de Ícaro, Jacob Peter Gowy, 1636-37 |
Dédalo le dice a su hijo que no vuele tan bajo como para que las olas del mar mojen sus alas y las hagan tan pesadas que caiga al mar ni tan alto como para que el sol derrita la cera de las alas y caiga al mar. Ícaro no hace caso del consejo de su padre y emprende el vuelo. Tan entusiasmado estaba que iba tomando cada vez mas altura, hasta que la cera de sus alas se acabó derritiendo y se precipitó al mar.
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