Minos, el rey de Creta y padre de Ariadna, tenía recluido en el laberinto al Minotauro, a quien había que alimentar cada 9 años con siete doncellas y siete jóvenes pertenecientes al pueblo ateniense, que serían devorados por el monstruo Minotauro; ésta era una condición impuesta tras la expedición militar de Minos contra Atenas.
La tercera vez que los atenienses debían pagar su tributo, Teseo, hijo de Egeo, rey de Atenas, se presentó voluntariamente ante su padre para que le permitiera ser parte de la ofrenda acompañando a las víctimas y poder matar al Minotauro. Las naves en las que iban a viajar las personas ofrendadas llevaban velas negras como señal de luto, pero el rey pidió a Teseo que si regresaba vencedor, no olvidase cambiarlas por velas blancas, para que supiera, aún antes de que llegase a puerto, que estaba vivo. Teseo se lo prometió.
Ariadna al ver a Teseo se enamoro de él, y le ofreció el ovillo de lana que le serviría de guía para salir del laberinto; a cambio obtuvo una promesa de matrimonio. Tras asesinar al Minotauro a puñetazos, Teseo y Ariadna huyeron juntos de la ira de Minos, pero en una escala hecha en la Isla de Naxos Teseo abandonó a Ariadna mientras ella dormía en la playa.
Ariadna olvidó su pena junto a Dionisio que se caso con ella y la llevó al Olimpo.
Triunfo de Baco y Ariadna, Annibale Carraci 1597-1600, fresco del Palacio Farnesio, Roma |
Después de abandonar a Ariadna, Teseo olvido cambiar las velas que debían avisar a su padre de su muerte o de su triunfo; cuando Egeo divisó en el horizonte las velas negras, se suicido lanzándose al mar, al creer que su hijo había muerto. Desde entonces ese mar lleva su nombre.
Teseo heredó el trono de Atenas y años después se caso con Fedra, hermana de Ariadna.
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