OLIMPIA, LA MADRE DE ALEJANDRO MAGNO

Se la acusó de la muerte de su esposo, Filipo de Macedonia, y tras la muerte de su hijo Alejandro disputó su herencia a poderosos generales. Lejos del modelo griego de mujer retirada, Olimpia marcó su época.


La madre de Alejandro Magno, que se identificaba con la diosa Hera, es una de las mujeres de la Antigüedad que más fascinación ha provocado. Sin embargo, en el mundo griego una mujer —a diferencia de su hijo o de su marido— no formaba parte de los acontecimientos, sino que más bien los padecía y pocas veces los protagonizaba. Pero la vida de Olimpia es objeto de estudio porque fue madre y espossa de los monarcas que cambiaron el mapa político del siglo IV a.C. Olimpia probablemente nació en Dodona —principal ciudad del reino de Epiro, entre las actuales Grecia y Albania—, entre 375 y 371 a.C. Olimpia y, por extensión, Alejandro eran descendientes del noble guerrero Aquiles. Olimpia estaba relacionada con los dioses y los héroes de la guerra de Troya por ambos lados de la familia, de ahí su privilegiada posición cuando Filipo apareció en el escenario político: un enlace de este tipo sería de gran beneficio para ambos y cambiaría el curso de la historia para siempre. Aunque el nombre de Olimpia fue el definitivo, no fue el único. La futura reina de Macedonia empleó tres más: Políxena, Mírtale y Estratonice. Filipo de Macedonia vio por primera vez a Políxena de Epiro en Samotracia, y probablemente —no tenemos ninguna descripción de su aspecto físico— quedó prendado de su belleza. Sin embargo, y según Sátiro, Filipo tuvo por lo menos seis esposas más, además de Olimpia. Filipo de Macedonia murió asesinado, heredando el trono Alejandro y llevando al mundo griego a una de las empresas de conquista más famosas de la Historia, tan solo interrumpida por la repentina muerte del macedonio en Babilonia, en 323. Olimpia participó en las luchas sucesorias, y hasta sus últimos días intentaría sin éxito que en el trono perdurara su nieto o algún oportuno marido de su hija. Olimpia aprendió a negociar con amigos y enemigos en un intento de mantener su estirpe, cosa que no ocurrió.

Historia National Geographic

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