Lo italiano está en todas partes o eso se dice siempre. Pero Italia no sólo son los Ferraris, la ropa de marca o Fellini. Uno de sus grandes reclamos ha sido y es la antigua civilización romana, cuyos restos materiales y culturales todavía se aprecian en más de media Europa y la costa norte de África. En Asia su presencia fue menor, aunque el dominio de los hijos de Marte abarcó amplios territorios desde el Cáucaso –e incluso las tierras que rodeaban al Mar Negro– hasta el sur de la costa de Siria Palestina.
La gran campaña de Trajano contra el imperio de los partos (113-117 d. C.) aumentó considerablemente la presencia romana, pero apenas duró unos pocos años. Sin embargo siempre ha existido un misterio que ha enlazado a los romanos con el más lejano Oriente: la legión perdida.
A mediados del siglo I a. C. los dos hombres fuertes de la República romana eran Pompeyo y Julio César, pero ambos necesitaban un contrapeso, encarnado en Marco Licinio Craso. Éste, quizá envidioso de la fama de sus dos rivales políticos, quiso obtener su propia gloria con una gran gesta al estilo de Alejandro Magno. Pero sus tropas, armadas por él mismo, no tuvieron un buen general y fueron derrotadas completamente en la batalla de Carras (53 a. C.).
Los legionarios supervivientes hechos prisioneros –unos 10.000 según las fuentes– fueron empleados por los partos como “carnaza” contra sus enemigos de la frontera Oriental, perdiéndose su rastro. Sin embargo ciertas alusiones sesgadas y muy fragmentadas hablan de fuerzas que peleaban como el caparazón de una tortuga –como el “testudo” romano, quizá– y que acabaron en territorio chino. Allí existieron menciones de una localidad formada por gentes lejanas, que tenían ojos redondos y verdes, narices largas y aguileñas y cabellos castaños y rubios.
El nuevo Centro de Estudios Italianos en la Universidad china de Lanzhou, provincia de Gansu, en la mitad occidental del país, ha encontrado apoyos suficientes para iniciar una búsqueda seria de indicios para comprobar hasta dónde llegaron los soldados de Roma, partiendo de evidencias anteriores bastante sólidas. Un buen ejemplo lo tenemos en los años 90 del siglo XX, cuando un grupo de arqueólogos chinos encontraron los restos de una antigua fortaleza en Ligian, una ciudad remota en la región de Yongchang.
Las peculiaridades de la construcción llamaron la atención de los estudiosos, pues su aparejo, forma y diseño eran completamente extraños en el territorio y sospechosamente similares a las romanas. Esto hizo pensar que la leyenda de una legión romana en esas tierras podía tomarse muy en serio, pero quedaba todavía mucho camino por recorrer para demostrar la veracidad y analizar el impacto de ese grupo de europeos en suelo chino. En el año 2005 una serie de exámenes genéticos confirmaron trazas del genoma caucásico en individuos chinos que vivían o habían tenido ancestros que vivieron en las zonas donde pudieron haber habitado estos romanos. No obstante Yang Gongle, de la Universidad de Beijing, advirtió que no era una prueba fiable, ya que podían responder a otros grupos de población.
El nuevo estudio se centrará en una sección de la Ruta de la Seda, un gran camino de más de 7.000 kilómetros de longitud que unía Asia con Europa. Dado que su existencia está constatada en más de 3.000 años, encajaría en la cronología de los soldados de Craso. Además, sería el lugar más idóneo para ubicar a unos soldados que se dedicarían a patrullar la frontera, primero para los partos y después para los chinos.
Yuan Honggeng, cabeza del equipo que procederá a las excavaciones, ha declarado que la intención es descubrir pruebas claras del contacto entre ambos imperios, más allá de la cuestión de la legión perdida. De hecho, recordó a los medios de comunicación que las fuentes textuales hablan de al menos una embajada romana que llegó al Imperio Central en el año 166, durante el gobierno de Marco Aurelio y Lucio Vero. De momento habrá que esperar unos meses para conocer la evolución de los trabajos
Yuan Honggeng, cabeza del equipo que procederá a las excavaciones, ha declarado que la intención es descubrir pruebas claras del contacto entre ambos imperios, más allá de la cuestión de la legión perdida. De hecho, recordó a los medios de comunicación que las fuentes textuales hablan de al menos una embajada romana que llegó al Imperio Central en el año 166, durante el gobierno de Marco Aurelio y Lucio Vero. De momento habrá que esperar unos meses para conocer la evolución de los trabajos
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