Esparta que se sacrificó para defender Grecia de las garras persas, iba también a precipitar el ocaso del siglo de oro griego. Porque lo que no consiguieron los ejércitos de Jerjes en las batallas de Termópilas, Salamina y Platea, lo lograron medio siglo después los propios griegos al enzarzarse en una devastadora guerra 'civil' entre Atenas y Esparta. La Guerra del Peloponeso (431-404 a. C.) supuso treinta años de una extrema brutalidad. Fue el golpe de gracia al fulgurante siglo V a. C. Adiós al esplendor intelectual y político de Pericles, Sócrates y Esquilo.
Fue algo comparable a una guerra mundial, según considera el historiador estadounidense y erudito del mundo clásico Donald Kagan. Su magna Historia de la Guerra del Peloponeso -cuatro disuasorios tomos de ochocientas páginas cada uno- llega ahora sintetizada en un manejable volumen de 700 páginas traducido por el historiador Alejandro Noguera en la editorial Edhasa. "Resultó ser la mayor convulsión que afectó a los helenos, a los bárbaros y, bien se podría decir, a la mayor parte de la Humanidad", escribió Tucídides, soldado en el bando ateniense y principal cronista del conflicto. Su Historia de la guerra del Peloponeso sigue siendo la mayor fuente para conocer aquel conflicto crucial en la historia de Occidente, que inicio de una época salvaje.
El relato de Tucídides, sin embargo, es incompleto, ya que no lo concluyó, así que hay que echar mano de la arqueología, la epigrafía y la numismática para componer una imagen de conjunto. "Si se pretende que el lector moderno comprenda sus complejidades sociales, políticas y militares en su totalidad, incluso el período tratado por Tucídides requiere una mayor clarificación", avisa Kagan en el prólogo. Pertrechado con la investigación académica acumulada durante décadas, Kagan ofrece una nueva aproximación a la guerra fratricida de los griegos, que "fue reconocida como el punto crítico de inflexión incluso por aquellos que combatieron en ella", subraya el historiador.
Una escalada de atrocidades
La violencia que siguió a la colisión entre Atenas y Esparta no tenía precedentes conocidos. "Resultó en una escalada de atrocidades,"- escribe Kagan- "que incluyeron la mutilación y el asesinato de los enemigos capturados, arrojados a fosas donde morían de sed, hambre o congelación, o empujados al mar hasta que se ahogasen. Bandas de forajidos dieron muerte a niños inocentes; se destruyeron ciudades enteras; los hombres eran ejecutados, las mujeres y niños eran vendidos como esclavos".
Kagan combina una profunda erudición con un estilo ameno y vívido que hace la lectura muy atractiva. Sus descripciones son sencillas y definitivas. Pericles es "el individuo más brillante y genial que jamás hubiera liderado la democracia de Atenas: aristócrata de la más alta alcurnia, hijo de un victorioso general y héroe de la guerra contra los persas". Un líder natural cuyo nombre pasaría a denominar el siglo de mayor esplendor de la Grecia antigua.
Son frecuentes las comparaciones de aquella guerra con la Primera Guerra Mundial, puesto que también provocó el fin de una era de progreso. Pero sobre todo la situación a finales del siglo V a. C. en el Peloponeso (la península meridional de la actual Grecia) se asemejaría a la Guerra Fría, según Kagan: "generales, diplomáticos, estadistas y académicos han comparado por igual las condiciones que condujeron a la guerra en Grecia con la rivalidad existente entre la OTAN y el Pacto de Varsovia".
Entre la democracia y la monarquía
En los dos casos, el contexto se dividía entre dos modelos opuestos. "La democracia ateniense y la monarquía militarizada espartana", recuerda Noguera, arqueólogo y licenciado en Historia por la Sorbona. En cuanto al legado de las dos sociedades no hay muchas dudas: "Esparta no dejó gran cosa", señala Noguera. Con todo, fue el bando que ganó la guerra entre las dos potencias en busca de hegemonía. A partir de entonces Grecia entró en una lenta decadencia.
La Guerra del Peloponeso juega un papel crucial en la historia universal, según subraya Kagan. "He emprendido este proyecto porque creo que, más que nunca, esta guerra es un relato de una fuerza tal, que puede leerse como una extraordinaria tragedia humana", escribe el historiador. Un relato que "narra el ascenso y la caída de un gran imperio, el choque entre dos sociedades y formas de vida muy diferentes entre sí, el papel desempeñado por la inteligencia y la fortuna en los asuntos humanos y, sin olvidar a la colectividad, el de individuos brillantemente dotados a la hora de determinar el curso de los acontecimientos, aunque sujetos, a su vez, a las limitaciones impuestas por la naturaleza, el destino y sus semejantes".
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